sábado, 24 de octubre de 2009

Fragmentos de la carta de Cristina Lacasa a su árbol:

"Querido hermano árbol:
...Sé que sobre tu corteza fraternal está grabado mi nombre. Y que me esperas... Y tú no has recibido mi obligada visita ni tu tronco mi abrazo. Ni mis manos, tan dispuestas, te han acariciado, ni mis labios te han ofrecido un tierno beso, al tiempo que susurraba sobre tus poros arbóreos (tus oídos) cariñosas expresiones.

Habrás de perdonarme que no haya viajado hasta llegar a ti. No es por desvío, sino porque mi destino suele arrojar ante mis pasos porfiados obstáculos, que me impiden a menudo realizar algún sueño.

Pero, amigo mío, existe la comunicación en distintos estratos del aura que nos envuelve como seres vivientes, y de la más amplia, de nuestro planeta e, incluso, de la que da escolta a la inmensidad cósmica. Y el pensamiento viaja a mayor velocidad que la luz. Pienso en ti y ya estoy contigo.

Muchas madrugadas contemplo el Lucero del Alba, tan entrañable para mí. Ambos habitamos en el hemisferio Norte y, por tanto, ambos podemos verlo. A él le facillito el primer mensaje del día para ti. Luego al Sol, al viento, al oleaje de los océanos... a la enigmática Luna, a los pájaros que emigran, a las nubes... Franqueo después otros desfiladeros estelares y llego hasta ti rompiendo la barrera del tiempo.

Así pues, árbol mío, hermano lejano en el espacio pero muy entrañado en el latido que todavía me sostiene, recibe mi homenaje más ferviente y mi abrazo poético y fraterno, que nos funde a los dos, mínimas partículas interpenetrándose, henchidas de vida y sentimientos, en la Conciencia del Universo."

Cristina.

Subuido por Graciela Gutierrez

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